PRIMERA COMUNIÓN ¿PRIMERA DECEPCIÓN?

En breve nos metemos en la celebración de las primeras Comuniones, por eso pensamos que es bueno hacer una pequeña reflexión para que esta fiesta del encuentro con Jesús no pierda el verdadero sentido del sacramento y se convierta en una triste farsa sin continuidad.

Todos hemos asistido a alguna Comunión en la que sabemos de antemano que muchos de los niños que participan, no volverán a pisar la iglesia después de tan festivo día. Está claro que algo falla.

Se echa mucho la culpa a la catequesis impartida a los niños durante los meses o años previos al sacramento. Está claro que hay que renovar ciertos métodos haciéndolos más creativos y vivenciales. Habría que aportar a los maravillosos catequistas nuevas herramientas, nuevas “armas” que hagan más amenas, más atractivas, más cordiales las horas de catequesis. Como dice el Papa Francisco: “…hay que esforzarse en llevar a cabo una catequesis que llegue a todos los niños y a todos los padres, los cuales han de continuar después, junto con los catequistas, la formación religiosa de sus hijos. Hacer la primera comunión no debe significar grandes dispendios para las familias, aunque sí será un momento solemne –en sus corazones– para los niños y para los padres”.

Son los padres los primeros y principales responsables del prematuro abandono de la práctica de la fe de sus hijos. Los padres se dejan la vida y el bolsillo para que no falte el mejor convite, el mejor regalo, el mejor fotógrafo, pero abandonan y olvidan cuidar lo más importante: la manera de seguir transmitiendo la fe, el amor de Jesús durante el resto de la vida de sus hijos. Por lo tanto una de las conclusiones que podemos sacar es la necesidad de una catequesis para padres para asegurar el crecimiento en la fe de los niños en las familias. ¡Toma ya! Ahí queda eso. Si la iniciación sacramental no va acompañada por una iniciación real en la vida de fe de los padres y familias, poco podemos esperar. Siempre habrá una abuelita o un padrino que intente echar una mano, pero el día a día en casa, en cada momento, en cada problema, en cada alegría, es lo que cuenta. Y ahí han de estar los padres.

Hablemos mucho con los niños, compartamos con ellos nuestra fe ya “más trabajada”, recemos con ellos en familia, preguntémosles sus dudas, compartamos las nuestras, expliquémosles pequeños detalles de la misa cada domingo, vayamos juntos a alguna peregrinación…en definitiva, vivamos juntos nuestro amor por Jesucristo.

Que la Primera Comunión de estos pequeños no sea una primera decepción sino un primer encuentro y un compromiso de toda la familia para una amistad de por vida. Seamos consecuentes con lo que estamos celebrando, e incluso con lo que regalemos. Está muy bien regalar el último iPad o  el juego de moda de la xbox, pero si además el niño tiene un recuerdo que le ayude a acordare en algún momento del día de Jesús o de María, creo que sería lo más acorde y razonable al momento. (http://www.haveagodtime.es/categoria-producto/celebraciones/primera-comunion-celebraciones/)